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Minificción variada II            Por Gerardo Lima Molina

Ballenas para niños

 

El pequeño Ahab desayunaba su cereal con leche. Los pequeños granos de arroz del choco krispis avanzaban por el líquido blanquecino, cuales peces fugitivos, de las embravecidas olas provocadas por la cuchara de Ahab. El niño observaba sus presas, le costaba decidirse por una, una que valiera la pena. ¿Cuál sería? De pronto, gracias a una promoción del cereal, salió a flote un choco krispi blanco. Era especial, más grande, más llamativo y, presumiblemente, más delicioso.

El grano de arroz volvió a hundirse, el pequeño Ahab contraatacó con su cuchara, buscando en las profundidades de su tazón. La blancura hacía que el grano leviatanesco, permaneciera oculto. La desesperación alcanzó límites asfixiantes, el corazón del niño latía violentamente, ¡tenía que tener a ese grano blanco a como dé lugar! Una idea se le ocurrió. Aproximó el tazón a su boca y comenzó a aspirar. Todos los granos sucumbieron a la garganta del niño; todos excepto uno, blanco como el líquido en el que nadaba. Dando su último esfuerzo, el choco krispi brincó hasta la boca del infante y se atoró en su garganta; después, se hinchó absorbiendo toda la leche posible, cubriendo el nicho hasta no dejar pasar ninguna ráfaga de aire. El grano blanco de choco krispis, aunque ahora muerto, logró vengarse del pequeño Ahab. El lema personal del grano blanco de arroz inflado sabor chocolate blanco, era muy simple: ¡Nadie me lastima impunemente!

 

 

 

Temeroso coronel

 

El ejército nazi entra sin esfuerzos en Nueva York. William Graham, coronel, grita angustiado. Los dirigibles americanos no son tan exitosos como sus contrapartes alemanes. Los Zeppelines arrasan con la ciudad, dejan caer sus bombas incendiarias, sus gases tóxicos, su napalm y sus bombas de racimo. No queda nada de la Segunda Flota Estadounidense. La última defensa, el Dieciochoavo Cuerpo Aerotransportado, todavía se mantiene activo, peleando hasta con las uñas. A ese cuerpo pertenece el coronel William Graham. Está más que desesperado, sabe que tiene que comunicarse con el cuartel general para pedir refuerzos a Kentucky o a Carolina del Norte. Si no reciben apoyo aéreo todo estará perdido.

Un hermoso Zeppelin se adelanta a las líneas estadounidenses, las atraviesa fácilmente y borra de la faz de la tierra a trece dirigibles. Está muy cerca de la base del coronel Graham. Unos cuantos metros más y estará en rango de tiro. El coronel alista las baterías antiaéreas, anima a sus tiradores y espera, un momento más, sólo un momento.

3 de noviembre de 1964. El ex coronel Graham está sentado en su silla. Acaba de despertar de un sueño que lo ha estado atormentando durante meses. En él, un Zeppelin alemán barre a todos sus hombres con un gas mortal. Por alguna razón, él se mantiene vivo para ver la destrucción, para presenciar cómo los alemanes ganan la guerra. Odia tener ese sueño, le hace recordar la vergonzosa verdad. Él no estaba ahí, no murió porque estaba resguardado en una barraca olvidada, muriéndose de miedo, temblando como un cachorro, observando cómo sus hombres eran gaseados por el maldito dirigible alemán. No se lo ha contado a nadie, le apena profundamente. Gracias a su temeraria supervivencia se hizo acreedor a la Medalla del Valor. No se la merece, y ahí está su sueño para recordárselo.

Pasadas las 7 ya no importa nada. Viene la enfermera, Hilga, para darle sus medicamentos y llevárselo a su cama. Cuando ella se dispone a apagar la luz, se despide como siempre: Auf Wiedersehen Herr Graham!

 

 

 

Vsa

 

Se cuenta en el Bhagavad Gita que existía en la vieja India la ciudad mística de Vsa, ubicada cerca del centro del país, a 100 kilómetros de la actual metrópoli, Brahmanishputra. La ciudad de Vsa era famosa por sus becerros de oro, por sus diamantes y rubíes, por sus elefantes hechos de plata, por su nívea arquitectura y sus nubes en forma de dragones celestiales. Alguna vez, Krsna bajó de su mansión celestial para disfrutar de los placeres de Vsa. Según el mismo Bhagavad Gita, Vsa fue destruida después de que un pequeño y molesto alacrán de níquel, hubiera escupido su veneno en la comida de Krsna. El divino rey, henchido de furia, mandó a quemar cada estructura de la ciudad para darle su merecido a aquel maldito escorpión que le había hecho pasar tan amargo rato.

Una verdadera pena para el mundo, pues los habitantes de Vsa eran inmunes a todas las enfermedades conocidas. Vivían muchos años; tantos que, se dice, tuvieron tiempo de construir una torre quíntuple de siete kilómetros de altura. Desde ahí podía verse la hermosa curvatura del mundo. Pero ya casi no se recuerda nada de la esplendorosa Vsa. Sus historias están llenas de brumas y mitos. Ni siquiera quedaron vestigios de esa torre maravillosa, cuyos cimientos deben estar hundidos tras toneladas y toneladas de tierra marchita.

El Bhagavad Gita no dice nada sobre el destino del pequeño alacrán de níquel, pero sí dice que desde entonces, todos los escorpiones guardan veneno en sus colas para no escupir accidentalmente en la comida de algún dios irritable.

 

 

 

Variación sobre Hansel & Gretel

 

-Hey Hansel, ¿no tienes hambre? -dijo Gretel.

-Creo que sí, mi pequeña. ¿Qué te apetecería devorar hoy? -respondió Hansel.

-No lo sé, pero, tal vez, ¡UNA BRUJA!

-¿Una bruja? Pero qué gran idea, y qué atrevida. Nos la haremos a la Orange. Primero la destazaremos, poniendo su costillar en el horno, luego cocinaremos sus senos y nalgas para dejarlos como segundo plato, con almendras... o,-

-No, ¡con almendras no!, prefiero que se cocinen en su propio jugo, en su sangre –chilló Gretel.

-Está bien, pero sólo si me dejas añadirle un poco del vino chileno que le compramos al guardabosques el otro día.

-Claro que sí mi amor, por ti, lo que sea. Por favor, llévate esta sierra que pesa mucho.

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