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 Análisis de "Idilio salvaje" de José Manuel Othon       Por Francisco Javier Escobar

 

El poema “Idilio salvaje” es uno de los más grandes trabajos de las letras mexicanas. Está incluido en la antología de las Cien mejores poesías castellanas. El idilio es un coloquio amoroso, o romance, de intensa  y corta duración; emplea situaciones que evocan lo silvestre del campo. Por  tanto, el tema principal del poema es un amor natural lleno de brío, pero que al mismo tiempo expresa una gran sensibilidad y una enorme tristeza al saber que este idilio tendrá que, forzosamente, perderse. El yo lírico también expresa la decepción, pues describe cómo entrega todo su ser en una relación para que, al final, tan sólo le quedara un horrible disgusto de sí mismo, como lo transluce el final del poema.

 

El poema está estructurado por 32 estrofas; 16 de ellas se forman de cuatro versos; y las otras 16, son de tres versos cada una. El tipo de estrofa que se mantiene es el del soneto. La división consiste enr 8 sonetos conformados de la siguiente manera: idilio salvaje, I,II, III,IV,V,VI  y el último con el nombre de “envío”. La métrica de ellos es el endecasílabo, su rima es consonante perfecta y su ritmo yámbico. El poema es extenso en figuras retóricas; el autor  las utiliza mucho y constantemente. Algunas de las que abundan en el “Idilio salvaje” son hipérboles, sinécdoques, hipérbaton, antítesis, aliteraciones; sin embargo, en la mayoría de los de los versos las que más aparecen son las metáforas, hipálages y prosopopeyas. Incluso en una sola estrofa se da la situación en la cual el autor utiliza de manera simultánea las figuras retoricas; el ejemplo se puede apreciar en la estrofa numero 24:

 

 ¡En un cielo de plomo el sol ya muerto;

                                                  y nuestros desgarrados corazones

                                                  el desierto, el desierto y el desierto!

 

Aunque la estrofa es pequeña, en ella hay más de tres figuras retoricas; en primer lugar, la estrofa completa es una metáfora que hace alusión a la enorme tristeza y el  inmenso vacío  del yo lirico. La estrofa refleja el sufrimiento de unas personas (desgarrados corazones) en un lugar repleto de oscuridad (el sol ya muerto) donde no hay ya nada: todo es vacío (el desierto). Aparece una hipálage que consiste en atribuir una cualidad a un sustantivo que no le pertenece, en este caso “cielo de plomo”. Emplea además una metonimia en “nuestros desgarrados corazones”. Quizá lo que el yo lirico sienta que lo que se desgarre con el sufrimiento sea la vida entera. Otra figura que destaca es la anáfora (repetición intermitente de una palabra o frase)  “el desierto, el desierto y el desierto”. Así, Manuel José Othón, maneja en las estrofas, por pequeña que éstas sean, varias figuras retoricas implícitas. Lo interesante del poema es que aunque sí son varias las figuras retoricas, es fácil distinguirlas porque, para hacerlas, el autor juega en la mayoría de las ocasiones con elementos de la naturaleza que la pisque humana comprende casi instintivamente.

 

 

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